La explotación en primario en la cuenca del Ancares se llevó a cabo en dos sectores principales: por un lado Las Labradas (Pereda de Ancares), sobre el río Ancares (también denominado Cuiña en este tramo alto) y por otro Las Cavanías y A Regueira das Meixoncías (Candín) sobre el río Seco. Ambas están muy cerca y poseen unas características geológicas y técnicas muy similares. Los filones de cuarzo en los que se encuentra el oro están asociados a cuarcitas, pizarras y esquistos del Cámbrico-Ordovícico de la Serie de los Cabos. Procesos erosivos posteriores han ido alterando el material, de manera que la explotación antigua se hizo sobre todo beneficiando roca muy alterada in situ o derrubios de ladera que había sufrido poco desplazamiento.
La explotación de As Labradas se encuentra alterada por minas de hierro modernas en la parte más alta y por un camino que cruza la corta, pero la labor romana es perfectamente reconocible. También parte de la red hidráulica es aún visible: dos depósitos y tramos de los canales que traían hasta ellos el agua, captada aguas arriba del Cuiña. El cono de deyección artificial formado por los estériles termina en el valle del río. La corta tiene unos 800 m de longitud y entre 80-100 m de anchura máxima. Hay además posiblemente galerías antiguas, enmascaradas por laminería reciente.
La explotación se desarrolló por medio de técnicas de desmonte (arrugia), combinando la fuerza hidráulica con métodos mecánicas. El agua desempeñaba varias funciones: contribuir al desmonte, arrastrar ladera abajo el material arrancado y lavar el mineral aurífero triturado para separar las partículas de oro.
En uno de los depósitos de este sistema hidráulico se ha realizado una topografía y un sondeo arqueológico para determinar sus características. Se trata de La Aira de Reibón, situado al norte de la mina; esta piscina está alterada por el camino que la atraviesa, la construcción de una traída de agua y una repoblación de frondosas. Pese a ello, su sector más meridional se conserva en buen estado, apreciándose el terraplén de cierre del depósito y la zona colmatada del mismo.
La excavación ha permitido apreciar cómo se levantó un potente terraplén para cerrar la zona donde el agua se embalsaba y cómo se acondicionó el terreno para crear la zona de acumulación del agua. Además, se han identificado niveles que corresponden al momento de uso del depósito, así como la secuencia de niveles de colmatación del mismo hasta la actualidad.