Conquista

Hasta hace pocos años prácticamente todas las reconstrucciones de los episodios bélicos se basaban en las fuentes literarias que se refieren a ellos, buena parte de ellas escritas siglos después de estos acontecimientos. Algunos trabajos, como el de Ronald Syme, son, aún, imprescindibles. Sin embargo, en ellos los datos arqueológicos apenas se tenían en cuenta y el papel que se les asignaba era corroborar las informaciones proporcionadas por los autores antiguos. Es cierto que en las últimas décadas el conocimiento del registro material relacionado con las guerras se ha incrementado cuantitativa y cualitativamente. Pero también es cierto que tenemos una nueva perspectiva de investigación para abordar su estudio, menos centrada en la reconstrucción de la secuencia de hechos bélicos, y más en las estrategias de Roma para lograr el control efectivo sobre tierras y gentes.

Mapa Campamentos

El intervalo temporal que se suele relacionar con la conquista del noroeste peninsular va del 29 al 19 a.C. y dentro de él se considera que fueron las campañas de los 26 y 25 a.C. las más duras y en las que la balanza se inclinó definitivamente a favor de Roma. El mismo Augusto y sus generales más cercanos, como Agripa, jugaron un papel decisivo. El cierre del templo de Jano en Roma en el 19 a.C. marca la llegada de la pax, pero, en realidad, el proceso que llevó a la dominación de las tierras galaicas, astures y cántabras, fue mucho más dilatado. Por un lado, desde finales del siglo II a.C. hay noticias de incursiones de Roma por tierra y por mar; algunas campañas tuvieron especial repercusión, como las de Bruto Galaico (180-113 a.C.) o las del propio César (100-44 a.C.), y la presencia de Roma es creciente, sobre todo en los límites de las zonas ya dominadas y en la franja costera atlántica. Por otro lado, tras el 19 a.C. prosiguió la tarea de controlar y ordenar el territorio, de registrar recursos y poblaciones, de imponer los intereses estratégicos de Roma y los mecanismos de explotación de un suelo convertido en provincial y de unas poblaciones extranjeras (peregrini).

Edicto BierzoEl Edicto de Augusto de El Bierzo (15 a.C.) es una excelente prueba de la eficacia de los poderes romanos en la temprana organización de nuevas entidades territoriales, administrativas y fiscales, las civitates, y la rápida imposición de cargas tributarias.

Esto implica que es difícil asignar directamente un registro arqueológico a los diez años considerados de guerra, y que, en general, es más prudente vincularlos a un largo proceso de dominación que se extiende a lo largo de la segunda mitad del siglo I a.C. Hay diversos elementos arqueológicos que revelan tanto la inestabilidad experimentada por las comunidades indígenas, como la presencia efectiva del ejército de Roma. Con frecuencia se ha aludido a la densidad de atesoramientos en esta fase; menos atención se ha prestado a destrucciones o abandonos de poblados indígenas en este contexto.

Lógicamente, la identificación de instalaciones militares es uno de los aspectos esenciales y en los últimos años no dejan de sumarse noticias de posibles recintos castrenses en el norte y el noroeste hispanos. Algunas de ellas no pasan, por el momento, de indicios detectados gracias a imágenes aéreas o LiDAR; algunos han sido confirmados, pero falta una investigación que permita entender su papel en la estrategia de expansión de Roma y en las operaciones de ordenación del espacio conquistado.

En el proyecto IVGA hemos tenido la ocasión de abordar el estudio de dos recintos castrenses: A Recacha, entre los términos de Ibias y Navia de Suarna y A Granda das Xarras, entre Ibias y Candín. Con anterioridad nuestro grupo de investigación ha tenido la ocasión de documentar otros campamentos, ubicados en zonas con una intensa explotación minera romana, como el de Valdemeda (Truchas, León) o el de Mina da Presa (Penamacor, Castelo Braco, Portugal), y más recientemente los de Chá de Santa Marta (Láncara, Lugo) y los del río Alva (Coimbra, Portugal).

Situación CampamentosA Granda das Xarras y A Recacha representan el avance de Roma en el sector más occidental de las montañas cantábricas, conectando desde El Bierzo con el mar Cantábrico a través del Navia. No podemos afirmar de manera contundente que estén vinculados a las campañas bélicas de los años 26-25 a.C., pero sí que están relacionados con las estrategias de control territorial del periodo de conquista y de la primera dominación. Esta etapa hizo posible que pocos años después se pusiese en marcha la sistemática explotación de los recursos de la zona, en particular las minas de oro.

El registro que hemos documentado indica que no se trató de campamentos estables, corresponden más bien al tipo denominado de etapa o de campaña. En realidad también este registro dista poco del de los campamentos de entrenamiento. Las características básicas de este tipo de recintos son la ausencia de edificaciones en su interior, ya que se instalaban tiendas, y la construcción de un recinto fortificado carente de estructuras murarias potentes. La vida útil de estos campamentos podía ir, por lo general, de una noche a varias semanas.

Entre A Granda das Xarras y A Recacha hay menos de 2 km y es posible que haya que comprenderlos como parte de las mismas operaciones militares de control de la divisoria de las cuencas del Sil y del Navia.