Gracias a los inventarios arqueológicos de Candín, Ibias y Navia de Suarna, están localizados, y parcialmente analizados, los principales lugares de asentamiento de las comunidades que ocuparon la zona entre el final del mundo castreño y las primeras fases de la dominación romana.
Sin duda, lo más característico es la morfología de los poblados, que responde a los rasgos generales de los castros. No obstante, en la mayoría de los casos, hay muchas dudas sobre su adscripción cronológica precisa. Con frecuencia, los accesos son complicados y la visibilidad en superficie muy limitada, por lo que la prospección en el interior de los poblados únicamente permite documentar elementos de delimitación y restos constructivos. Esta información, ocasionalmente, se completa con noticias sobre objetos procedentes de estos asentamientos o su entorno.
Las prospecciones on-site han tenido como objeto también los dos recintos campamentales identificados en la zona. El reconocimiento en superficie ha contribuido a caracterizar los elementos de delimitación y alteraciones antrópicas en su interior, así como a localizar algunos materiales metálicos dentro de los recintos. Para ello, se ha recurrido al uso selectivo de detector de metales, como un instrumento más para la documentación exclusivamente del registro de superficie, siguiendo pautas habituales, como la georreferenciación de los hallazgos.
Las prospecciones llevadas a cabo han permitido precisar mejor las características, dimensiones y condiciones de situación y emplazamiento de algunos de los lugares de habitación; en otras ocasiones se ha revisado su naturaleza o cronología.
Pero, de acuerdo con los objetivos de IVGA, los trabajos sobre el terreno han prestado especial atención al registro arqueominero. Se trata de los vestigios de todos los elementos relacionados con la explotación del oro bajo el imperio romano: labores en yacimientos de distinto tipo, canales y depósitos, que hicieron posible el abastecimiento del agua imprescindible para la explotación, estructuras relacionadas con el tratamiento del mineral extraído y estériles de las minas. Estos trabajos son complementarios de las prospecciones y muestreos geoarqueológicos, esenciales para conocer el proceso de identificación de yacimientos y la secuencia de su explotación antigua.
Estas prospecciones han permitido también identificar otras diversas huellas de explotación minera en la zona a lo largo de la historia; en algunos casos se conocen sus producciones (hierro, galena, carbón), en otras están en proceso de estudio las muestras mineralógicas.
Para entender la articulación de un espacio como territorio es esencial la circulación; tanto el estudio de accesibilidad desde otras regiones, como las conexiones en su interior. Por ello, la identificación de pasos, vados, caminos históricos y ejes de circulación es otro de los aspectos considerados en las prospecciones de campo.
En IVGA la prospección arqueológica cumple las funciones de localizar y documentar morfológicamente lugares con evidencias de ocupación o frecuentación antiguas, que han dejado huellas en la superficie, reconocibles empleando métodos arqueológicos. La intensidad y la cobertura de las prospecciones se han adaptado a las condiciones de los sitios y del equipo; se han combinado prospecciones sistemáticas, intensivas en lugares como los campamentos de A Granda das Xarras y A Recacha y algunos asentamientos, con prospecciones selectivas en sectores de explotación minera y sistemas hidráulicos, o en relación con pasos y vías. La información que se recoge sobre el terreno ha de ser considerada conjuntamente con la obtenida en los estudios de teledetección, análisis topográficos y geoarqueológicos, que no solo permiten completar la caracterización morfológica, sino, además, ver las relaciones espaciales entre los asentamientos y su posición en relación a la articulación del espacio, vías de comunicación y recursos económicos.