Esta área, situada hoy entre tres comunidades autónomas, se caracteriza por la débil densidad de población y por la dispersión de sus habitantes en pequeños núcleos rurales organizados en parroquias. En los tres municipios, el número de habitantes ha ido disminuyendo sin cesar y aumentando la media de edad.
En términos generales toda la zona sufre los efectos de décadas de despoblación, proceso relacionado con el abandono de actividades agrarias y forestales y con el envejecimiento de la población censada en los tres municipios. La desaparición de la minería del carbón en toda la región cantábrica ha afectado también a las rentas de la zona, ya que era un tradicional sector de empleo.
A pequeños talleres artesanales y productos locales (madera, cestería, miel), se suma un sector incipiente: el turismo, apoyado en los valores de un paisaje cultural en el que se entrelazan elementos culturales y naturales de excepcional interés.