Estudio lingüístico de la novela El muerto que está vivo, en el que se rebate la tesis de que en el judeoespañol oriental tuvo lugar un proceso incipiente de desaparición del infinitivo por influencia de las lenguas balcánicas. Los autores toman datos de un importante corpus textual del judeoespañol de Oriente entre 1880 y 1930 y, al compararlo con un corpus de referencia del español actual, demuestran que no sólo el infinitivo no estaba en proceso de desaparición, sino que su empleo en los textos judeoespañoles era más frecuente que en español contemporáneo.