Aparece dos veces nombrado como corresponsal: como Enrique Carmona desde Tetuán (Marruecos), y como E. Carmona desde Janina (Turquía; hoy Ioannina, Grecia) (Españoles sin patria y la raza sefardí. p.293). Es la misma persona, originario de Tetuán que se desplazó a la ciudad turca, que envía a Pulido información desde ambos lugares.
Pulido reproduce datos suyos, una carta completa y varios fragmentos. Dice de él que había sido director de la Escuela de la Alianza Israelita Universal, y lo cita como profesor de la misma (p.277). Publica una foto suya (p. 495) y de su hija, Carolina Carmona (ver aquí).
En carta del 2 de septiembre de 1904 (pp.88-89) Carmona corrige un comentario de Max Nordau (ver aquí) sobre la pobreza del judeoespañol: [Nuestra jerga es mucho más rica y suficiente para expresar todas las ideas sin el concurso de lenguas extrañas]. Aporta vocabulario y cita ciudades en las que se habla el judeoespañol.
Pulido reproduce el informe que Carmona le envía desde Janina (pp. 434-435), ciudad a la que fue trasladado para abrir dos escuelas, una de niños con 400 alumnos y otra de niñas con 170. Dice que los judíos de allí no sabían ya castellano, aunque celebraban el Purim de Zaragoza (fiesta de la que también le habla Rafael Amato, anota Pulido; ver aquí su relación).
La mayor parte de la información que recoge Pulido sobre Carmona está en el encabezamiento que hace a sus cartas como corresponsal desde Tetuán (pp. 495-498). Reproduce varios fragmentos a modo de extensa carta. Dice Pulido [Nos ha suministrado copiosas informaciones sobre los sefardim de Oriente, América y marruecos, retratos, canciones y música de tonadillas populares]. Carmona procedía de una familia de Constantinopla y había dirigido escuelas de la Alianza en numerosas ciudades del oriente europeo, además de Tetuán. Escribe en un judeoespañol deliberadamente rehispanizado, habla de sus contactos con España, los periódicos que leía y las visitas que hizo. Cuenta que su bisabuelo fue [víctima de la avidez y de la barbarie del Sultan Mahmud el reformador] (posiblemente fuera Bejor Carmona), aporta fuentes bibliográficas francesas donde se narra la historia y reproduce un fragmento de una de ellas, con un dato interesante: no huyó en barco por no infringir la ley de shabat. Carmona además recoge sus observaciones sobre algunos rasgos del judeoespañol, fonéticos y léxicos; incluso cuenta un chiste.
Su mujer, Carola, que también era maestra y directora de escuela, era hermana de Sam Levy.