Vicepresidente de “Esperanza, Sociedad Académica de los Israelitas españoles en Viena”, que escribe una carta a Pulido el 5 de abril de 1904 (Los israelitas españoles y el idioma castellano, pp.237-244) junto con Morís Levy como secretario de la misma (ver aquí su relación con Pulido).
En la carta hacen una explicación histórica a la diáspora tras la expulsión de la Península, de cómo los sefardíes fueron acogidos en ciudades del norte de África, Turquía y Asia menor, y de cómo el grado cultural que habían conservado los judíos españoles se fue difuminando por tener que asimilar usos y costumbres de los nuevos enclaves (p.239): [Su corazón en verdad siente tristeza, pero ninguna antipatía ni sublevación enfrente la España actual. Justo al contrario (...) escuchan con admiración la más dulce, la más hermosa y más harmoniosa lengua del mundo]. Habla de los sentimientos ante su lengua materna (p.241) y de la necesidad de que haya escuelas y literatura en la lengua original, y que precisamente de esa carencia surgió su Sociedad (p.242).
La carta era contestación a una de Pulido, que había sido publicada en El Liberal el 17 de febrero de ese mismo año. Cerrada ya la edición de Los israelitas españoles, se añadió como adición final.