Resultados alcanzados
(Versión abreviada)
Con la globalización se ha puesto en cuestión un supuesto central de la teoría política, como es la justificación moral de las fronteras territoriales, y también al menos una de sus principales implicaciones prácticas, como es el derecho de los Estados a controlar el tránsito de personas por ellas. Más allá de que el posible cierre completo de las fronteras sea una mera ilusión desmentida a diario por la realidad de la migración irregular masiva, la investigación realizada ha puesto de relieve el problemático estatus normativo de unos límites territoriales que con frecuencia son resultado de graves injusticias históricas. Si su origen puede ser cuestionable, igualmente lo son algunas de las funciones estructurales que se les asignan, entre las que tiene un lugar destacado la de marcar oportunidades espacialmente diferenciadas. Las injusticias globales, y en especial las profundas desigualdades económicas entre los Estados, determinan las perspectivas individuales de una buena vida. Se trata de factores nada irrelevantes y no imputables en general a los individuos perjudicados. Estas formas de injusticia se perpetúan por el hecho de que un considerable número de personas afectadas no tienen posibilidades legales y razonables de migración hacia países con una mejor calidad de vida. Si al final logran emigrar, lo hacen con no poca frecuencia en condiciones penosas, sin que resulte un hecho excepcional el sometimiento a abusos por parte de autoridades corruptas o de traficantes sin escrúpulos. Los procesos migratorios reciben respuestas cada vez más restrictivas por parte de gobiernos más preocupados por preservar el marco jurídico de su soberanía estatal que por respetar la legislación internacional sobre derechos humanos animada – al menos, en su letra – por una visión cosmopolita, humanitaria y solidaria.
En este marco, la obsesión por la seguridad, la estabilidad y el mantenimiento del statu quo a nivel global resulta completamente insoportable para quienes se encuentran en situaciones de desventaja. La distribución justa de los recursos de la Tierra y de las innovaciones humanas no es una simple alternativa, es un imperativo en mor de la supervivencia pacífica de la especie. Y la búsqueda de modelos políticos, sociales y económicos más inclusivos y equitativos únicamente será factible a una escala global si se modifica sustancialmente el papel atribuido a las fronteras territoriales. Sólo desafiando las fronteras territoriales cabe redefinir las fronteras de la justicia a escala global.