El poblamiento antiguo en Ibias

El Castelo de Cecos

Hay en el concejo de Ibias un total de seis asentamientos antiguos con morfología castreña, aunque la falta de datos precisos sobre ellos impide adscribirlos a uno u otro momento histórico. En todos los casos son los elementos de delimitación detectados (fosos, murallas, parapetos), los que permiten su detección. Se trata de Os Castros de Villarmeirín, El Castelo de Fondodevilla en Tormaleo, Castro Mouroso en Dou, O Castelo en Sena, el Castro de O Coredeo en A Lagúa, la Torre de El Castelo de Alguerdo y El Castelo de Cecos, al que nos referiremos a continuación.

Al noroeste del pueblo de Cecos se encuentra el castro cocido como El Castelo. Se trata de un asentamiento situado junto a varias labores mineras: las cortas de El Castelo I y II  están inmediatamente al norte del asentamiento, mientras que las de A Pena del Corvo se localizan algo más al oeste. Al pie del núcleo, hay testimonio de la explotación de los meandros del río Ibias, en ambas orillas.

Castelo Cecos

El Castelo está cubierto por una densa vegetación arbórea; entre los robles se conservan restos de estructuras, algunas indudablemente relacionadas con la ocupación antigua: otras, fruto de frecuentaciones posteriores de pastores. Un buen número de los muros visibles en la superficie corresponden a la delimitación del castro y al acondicionamiento del terreno para crear superficies habitables. El asentamiento ocupa el extremo de un espolón orientado norte-sur, separado del resto de la ladera por al menos un foso. Hacia el este, el oeste y el norte se han identificado estructuras de delimitación, en algunos casos con lienzos de más de 30 m visibles de manera intermitente. Hacia el sur la delimitación es menos clara, aunque topográficamente hay un escalón. Acorde con la topografía del espolón, El Castelo tiene forma ovalada, con un eje mayor N-S (74 m) y el eje menor E-O (30 m). La superficie en la que se detectan restos constructivos es de aproximadamente 1800 m2.

De acuerdo con la topografía general del sitio, las labores de acondicionamiento efectuadas para instalar el asentamiento y la distribución de restos en superficie, se han establecido tres sectores: el sector I corresponde a la zona de mayor altitud y es el más septentrional del recinto. Es, además, el que más restos conserva, en un área aproximada de 800 m2. Además de estructuras de delimitación, se han identificado otros elementos constructivos: varias estructuras, que provisionalmente se consideran también relacionadas con el acceso al recinto; restos de un depósito de agua con muros y arranque cubierta — levantada por aproximación de hiladas— construidos con lajas de pizarra y con revestimiento tipo opus signinum; un potente derrumbe y una construcción de planta cuadrangular; tramos de muros de construcciones o para acondicionamiento del terreno. Al sur y a cotas inferiores se encuentran los sectores II y III, en los que la densidad de restos constructivos es menor.

De las proximidades de El Castelo proceden varios hallazgos, como piezas molinos circulares o el mortero minero de Cecos. La relación espacial de este asentamiento con las cercanas labores resulta evidente: no solo por la proximidad de las cortas, sino también de estériles, depósitos y canales y, posiblemente, de estructuras relacionadas con el tratamiento del mineral: el mortero que hemos mencionado y quizás unas estructuras, a modo de plataformas, situadas inmediatamente al nordeste del núcleo.

En zonas mineras romanas del Noroeste hispano es frecuente encontrar este tipo de asentamientos, en los que la zona de habitación está cercana a las labores y a estructuras relacionadas con la explotación aparecen en los límites del poblado. La ocupación de zonas topográficamente destacadas, un espolón en la ladera en este caso, y la existencia de estructuras de delimitación y acondicionamiento, llevan a considerar este tipo de asentamientos como castros. Sus dimensiones, las construcciones visibles en superficie, la vinculación a la explotación del oro y sus condiciones de accesibilidad indican que se trata de un núcleo ocupado bajo la dominación de Roma. Para este tipo de poblados la denominación de “castros mineros” está bastante generalizada; es cierto que refleja la estrecha vinculación espacial y funcional con las vecinas labores, pero es imprescindible matizar que esto no implica una total especialización funcional de estas comunidades.

Castelo Sena